La señora de las cuatro décadas
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Hace ya algunos años cuando escuchaba eso de “la crisis de los cuarenta”, mis neuronas estaban demasiado verdes como para preocuparme de algo que veía tan lejano. Pero es inevitable que el tiempo transcurre rápido, y aunque no posea la velocidad de la luz, si que ostenta la velocidad de un avión. Ahora que ya he cumplido mis cuatro decenas de años, comienzo a vislumbrar el sentido de “la dichosa crisis de los cuarenta”. Es sabido que a partir de esta edad el cuerpo de uno ya le comienza a gastar malas pasadas. Es precisamente en este momento cuando todos los que disfrutáis de mi edad nos habituamos, sin querer, a combinar los términos: vista cansada, artrosis, colesterol elevado, arrugas, alopecia y un largo etcétera con la vejez. Sí, es cierto, no vamos tan mal encaminados. Sin embargo, creo que es, justo aquí, cuando muchas veces nuestro estado ánimo se ve forzado a decaer en el momento en que pensamos el tiempo que nos resta de vida. A algunos les afecta tanto que incluso les llega a cambiar el carácter, otros, en cambio prefieren engañarse recurriendo a comprar la quimérica eterna juventud en el gran mercado del consumismo cosmético, y otros cambiando ciertos hábitos de sus vidas que no les son saludables. A fin de cuentas todo son fórmulas, cuyo objetivo, consciente o inconscientemente no lo sé, sirven para espantar el miedo que todos sentimos a esa amiga inseparable de la vida que es la muerte. Aún así, aunque ya sepamos de antemano que tenemos la batalla perdida contra esos dos gigantes que son la vida y la muerte, no por ello tenemos que guardar nuestra mejor arma para combatirlas. ¿Qué arma? Pues el humor. Así que, cuarentones y cuarentonas, pensar solamente en una cosa: nosotros somos la suma nada despreciable de dos veinteañeros, con la diferencia de que les ganamos en sabiduría, claro está. Porque digo yo, alguna ventaja tenía que traernos las arrugas ¿no? Daqui
2 comentários:
Ai por Dios Fresquinha,quarentonas ya tan viejas?!????!!
Quem me dera ter cinquenta...
Beijo
Xara,
Quem me dera já ter trinta !
:-)
Bj
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